La multiplicidad de formas del género humano puede llegar a ser sofocante. Según Media Sinsonte las corporaciones dedicadas a la arquitectura genética producen una docena de nuevos modelos cada mes. El volumen de ventas medio por corporación es de mil millones de cuerpos por año estándar —el tiempo que la vieja Tierra tarda en dar una vuelta completa al sol—. El censo del año ochenta de población humana en la Vía Láctea es, aproximadamente, de quinientos mil millones de discos de identidad, mientras el censo de cuerpos legales es de diez billones, cantidad que, unida al comercio ilegal, elevaría esa cifra hasta los doce o trece billones. Eso nos deja, haciendo una simple media, con que cada persona cuenta con un número de cuerpos que está comprendido entre los veinte y los veintitrés. Esto, por supuesto, no es del todo correcto: la mayor parte de la población solo cuenta con dos cuerpos diferentes —trabajo y ocio— y es solo a partir de un determinado status social cuando la cifra se dispara e hincha la media. Se dice que el Caesar de Caronte tiene más de diez mil cuerpos diferentes y que se niega a ocupar el mismo más de una vez. Argumenta que lo encuentra poco higiénico y decoroso para con su insigne persona.
Salir de fase. José Antonio Cotrina. 2014