Cambio de cuerpo


La multiplicidad de formas del género humano puede llegar a ser sofocante. Según Media Sinsonte las corporaciones dedicadas a la arquitectura genética producen una docena de nuevos modelos cada mes. El volumen de ventas medio por corporación es de mil millones de cuerpos por año estándar —el tiempo que la vieja Tierra tarda en dar una vuelta completa al sol—. El censo del año ochenta de población humana en la Vía Láctea es, aproximadamente, de quinientos mil millones de discos de identidad, mientras el censo de cuerpos legales es de diez billones, cantidad que, unida al comercio ilegal, elevaría esa cifra hasta los doce o trece billones. Eso nos deja, haciendo una simple media, con que cada persona cuenta con un número de cuerpos que está comprendido entre los veinte y los veintitrés. Esto, por supuesto, no es del todo correcto: la mayor parte de la población solo cuenta con dos cuerpos diferentes —trabajo y ocio— y es solo a partir de un determinado status social cuando la cifra se dispara e hincha la media. Se dice que el Caesar de Caronte tiene más de diez mil cuerpos diferentes y que se niega a ocupar el mismo más de una vez. Argumenta que lo encuentra poco higiénico y decoroso para con su insigne persona.

                                                                                 Salir de fase. José Antonio Cotrina. 2014

Dos milenios


Por supuesto, mi madre y su fe ya me habían perdido para entonces. Era demasiado inteligente para mi propio Dios, por así decirlo. Había buscado tiempo para leer sobre los sucesos de los cuatro siglos que siguieron al nacimiento del niño Jesús, y en realidad para examinar el errático avance del cristianismo desde entonces. Me parecía que, fuera cual fuese la verdad del universo, desde luego no era algo que pudiera haber discernido un hatajo de vetustos eclesiásticos peleones.

                                                                       La Tierra Larga. Terry Prachett y Stephen Baxter. 2012

New Born


No era sólo efecto del coñac, pues esa sensación no me abandonó. Pienso que quizá se debió al hecho de tener que enfrentarme con algo totalmente nuevo. Todos los viejos problemas -los ya rancios-, tanto los personales como los generales habían sido borrados de un solo plumazo. Sólo el cielo sabía cuáles surgirían ahora -y parecía que iban a ser muchos-, pero serían nuevos. Yo era ahora dueño de mí mismo, y ya no más el diente de un engranaje. Era posible que tuviese que enfrentarme a un mundo lleno de horrores y peligros, pero los afrontaría a mi modo. Nunca más sería llevado de aquí para allá por fuerzas e intereses que ni me importaban ni podía entender.

                                                                        El día de los trífidos. John Wyndham. 1951

Surrealism


Cualquier idea auténticamente original que carezca de "antecedentes conocidos" se rechaza sistemáticamente, se echa por tierra, se maltrata, se mastica, se remastica, se vomita, se destruye y, aún peor, se reduce a la mediocricidad más monstruosa. La excusa que se esgrime es siempre la vulgaridad de la vasta mayoría del público. Insisto en que esto es absolutamente falso. El público es infinitamente superior a la basura con que se le alimenta diariamente. Las masas han sabido siempre dónde encontrar auténtica poesía. El malentendido lo han provocado únicamente esos "intermediarios de la cultura" que con sus distinguidos aires de grandeza se interponen entre el creador y el público.

[Extracto de "La vida secreta de Salvador Dalí". 1942] 

                                                                                                               Dalí. Dawn Ades. 1982


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